Un popular restaurante nuevo en el mercado Lewinsky
POR: Buzzy Gordon
Dalida con su más bien raro interior
Reseña: Dalida es esa rara combinación de una taberna casual con un chef que se entrenó en restaurantes con estrellas Michelin en Francia; la cocina dominante es árabe, con influencias italiana, francesa e incluso japonesa.
El exterior modesto y el interior más bien raro no es lo que yo había esperado de un restaurante sobre cuya comida había oído tanto, pero es fácil instalarse y relajarse en Dalida. El joven y amistoso personal bilingüe trajo rápidamente un plato de habas blancas bien condimentadas a la mesa, con una garrafa de agua, rodajas de limón y menús en hebreo e inglés tanto para la comida como para las bebidas alcohólicas.
Dalida tiene un bar satélite en la calle del frente, pero el restaurante también tiene un bar bien provisto, que mezcla ocho cócteles de especialidad. Cada cóctel de la casa -como todas las bebidas, incluyendo el vino y la cerveza -vienen en tres tamaños: vaso, garrafa y jarra de un litro.
Nosotros ordenamos dos de estos cócteles: un Ponche Berlín y una margarita larga. El primero combina vino blanco, vodka, y ginger ale con pedazos de frutas frescas como manzana y durazno y brotes de menta. La bebida necesita reposar para que se asiente por un rato a fin de estar perfumada por la fruta, pero aun así sabe principalmente a vino y menta.
La margarita larga, mientras tanto -tequila, licor de naranja y ginger ale, con una cuña de limón -no es realmente ninguna mejora sobre la clásica margarita; sin embargo, tanto éste como el Ponche Berlín son bebidas refrescantes en un día o noche cálidos de verano.
El menú de comidas está dividido en tres categorías de platos por tamaño: pequeño, mediano y grande. Además, hay especiales de estación que cambian cada pocos meses.
Nuestra mesera nos recomendó comenzar con uno de los aperitivos más populares de Dalila: brulé de feta picante. Esta creación del Chef Dan Zoaretz es ciertamente inventiva: el queso blanco salado se convierte en rosado por estar generosamente sazonado con paprika picante, bajo una costra de azúcar quemada. El vibrante contraste del dulce con lo picante es positivamente adictivo, y razón suficiente para otra visita. Aunque este plato está en la categoría pequeña, es en realidad bastante abundante cuando se esparce sobre la media hogaza de crocante pan rústico que lo acompaña.
Nuestro segundo plato pequeño fue kebab de cordero: dos pequeñas tortitas de cordero molido en tehina con cebolla blanca asada. El ingrediente sorpresa aquí es el pistacho; los suculentos kebabs explotaban en sabor con cada bocado.
Ensalada de hinojo asado con aceitunas
Nuestra selección de ensalada fue el hinojo asado con aceitunas, arándanos secos, alcaravea y menta, sazonado ligeramente con tehina cruda. El hinojo, el cual había sido marinado en un confite de ajo y limón, tenía un sabor suavizado y maduro mejorado por la dulzura de la fruta seca. En general, el plato, que estaba servido sobre lafa, fue distinto y bien balanceado.
La segunda recomendación de la noche de nuestra mesera fue el filete brioche, el cual ciertamente sonaba intrigante -entre otras cosas porque me gustan tanto el brioche como el filete. Excepto que ella se olvidó de explicar que el filete no se refiere a la carne sino más bien a la rodaja de gran grosor de pan suave. Esta decepción no duró mucho, sin embargo, ya que el brioche estaba acompañado por dos huesos llenos con rica médula y bañados en un consomé de carne e hibisco. La salsa, aunque bastante buena, afortunadamente no se filtraba en el hueco del hueso o abrumaba a la rica y suculenta médula. El excelente plato estaba acentuado por una delicada crema de alcachofas de Jerusalem, robustas castañas enteras, y una flor de hibisco real.
Brioche y filete
Como el pescado fresco del día era la trucha, escogimos eso para nuestro plato principal. Inusualmente, el filete fue servidos en tiras, alternadas con verduras asadas, setas rey marrón, y zanahorias caramelizadas, así como también pequeñas porciones de crema de colinabo y toques de verdolaga y pesto de acedera. El pescado rosado, servido a temperatura ambiente, estaba cocinado perfectamente y simplemente se derretía en la boca. Los acompañantes sumaron a la presentación, pero no mucho al sabor, lo cual estuvo bien: el pescado no necesitaba nada adicional para mejorar, excepto quizás por el ocasional toque de pesto de hierba. Usted no encontrará algo mejor que esto incluso en un restaurante que se especializa en pescado y mariscos.
Nuestros platos principales fueron bañados agradablemente con la sangría roja insignia de Dalida.
Los seis postres en el menú nos plantearon algunas elecciones difíciles, las cuales redujimos al canoli y a lo que parecía ser un gran espectáculo de chocolate.
Los canolis estaban rellenos con una crema de mascarpone perfumada con ron Zacapa y servidos sobre ensalada de fruta tropical helada. La envoltura de pastelería estaba reforzada con semillas de chía, haciéndola más crocante, mientras que el relleno de crema estaba divino.
Creme brulé de pimienta
El postre llamado “Yo amo el chocolate” presentaba mousse de chocolate envuelto en una costra de chocolate sobre un financier [N.T. Pequeña galleta redonda] de almendra, junto a una gran cantidad de otros ingredientes exóticos, incluyendo caramelo de cardamomo, pralinés con la consistencia de un suave fodge, brulé de chocolate de 70 por ciento -como mousse con esteroides -con turrón de pretzels y chips de banana, todo adornado con crema pastelera. Es delicioso jugar con todos estos sabores y texturas.
Dalida tiene algunas creativas políticas de precios, tales como el horario de cinco-a-siete en día de semana cuando la mayoría de los platos están a mitad de precio, y compartir los menús para cuatro hasta para siete personas. Vale la pena revisar las promociones ocasionales también -cualquier cosa que haga costeable probar este restaurante al menos una vez.